Es muy probable que ninguno de nosotros nos acordemos de revisar nuestro termo eléctrico hasta que no tenemos una avería en el aparato o comienza a fallar en su funcionamiento y no disponemos de la deseada agua caliente que tanto necesitamos en estas fechas.
Para prevenir estas situaciones desagradables es importante saber cada cuánto tiempo debemos solicitar este tipo de ‘exámenes’. La normativa, actualizada en 2015, indica que debemos llamar al técnico cada cinco años para calentadores de agua con potencia inferior a los 24,5 kW, aunque no debemos olvidarnos de la recomendación que haga el fabricante sobre la periodicidad para su buen mantenimiento. Y tampoco está de más conocer en qué consiste la revisión que el profesional realiza antes y después de ponerse en contacto con nuestro termo eléctrico. Según nuestros especialistas, en primer lugar, el técnico debe asegurarse de la calidad del agua que se encuentra en la zona, ya que, así, puede predecir o anticiparse a futuros problemas en el aparato. En segundo lugar, se preocupa por comprobar el estado óptimo del ánodo de sacrificio que incorpora el termo en el acumulador (aísla el calor producido para su uso posterior) y que protege el aparato ante corrosiones interiores y electrolisis: el ánodo absorbe la reacción química que se produce durante la oxidación, por lo que es él el que se corroe y no el termo.
Finalmente, el técnico se encarga de verificar que la resistencia eléctrica del aparato no esté cubierta de cal y, en caso de ser así, de limpiarla y eliminarla. Si estáis pensando en instalar un termo eléctrico en el hogar o renovar el antiguo es importante conocer cómo funciona. Se trata de un tanque de agua de 50 a 100 litros, en cuyo interior se encuentra una resistencia eléctrica que se encarga de calentar el contenido líquido. Una vez alcanzado el calor adecuado, la resistencia se apaga y el aislamiento del tanque se ocupa de que ésta no se enfríe demasiado rápido. Cuando la temperatura baja, bien por el paso del tiempo o porque se ha usado el agua caliente y entra otra fría, la resistencia vuelve a entrar en funcionamiento. Puede ser interesante para casas en las que viven familias pequeñas o personas solteras, ya que la velocidad de calentamiento del agua no es demasiado alta.
También tiene otras ventajas como que no necesita instalación de gas (es inflamable, su inhalación es tóxica, etc.), que el agua sale caliente nada más abrir el grifo, que su temperatura es constante o que el aparato funciona para cualquier caudal de agua, por pequeño que sea. Se trata de un electrodoméstico fácil de instalar, de manejar y de encontrar un sitio en cualquier lugar de la casa. Sobre todo, en la actualidad, cuando cada día surgen nuevos modelos más y más pequeños, que no desentonan con la decoración del hogar como los de la línea Bosch Climate. Una herramienta óptima para que la ducha o el lavado de manos o de cara no se convierta en una tortura diaria y dispongamos del agua a la temperatura deseada (más o menos cálida, según la región española en la que nos encontremos) ahora que el frío ya va haciendo su aparición en el ‘escenario’ doméstico.
Fuente: Electromarket